RIACHUELO
EL EJEMPLO DEL DESGOBIERNO

En los últimos meses la discusión planteada referente a la construcción en Uruguay de las plantas de producción de pasta de celulosa, ha reflotado una vieja deuda ambiental de la cual resultan directamente responsables la Ciudad de Buenos Aires, la Provincia de Buenos Aires y por supuesto la Nación: el saneamiento de la cuenca Matanza – Riachuelo.

Mucho se ha discutido y se discute al respecto como si todo el problema ambiental quedara circunscripto a la remoción de los cascos sumergidos y a la mayor o menor limpieza del agua que trata de circular por el cauce.

Cabe preguntarnos si el resultado de la realidad existente en dicha cuenca es una situación aislada o consecuencia de una suma de eslabones que ponen al descubierto la inexistencia de una política de planeamiento, control y gestión del ambiente, tal lo prevé el capítulo cuarto de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires.

La Ciudad tiene responsabilidad indelegable en cuanto a la calidad sonora, visual, del aire, de la infraestructura de servicios sanitarios y manejo de residuos, entre otras, con el fin de asegurar la preservación del ambiente para todas las personas de las generaciones presentes y futuras.

El reciente dictamen de la Corte Suprema de Justicia de la Nación da esperanzas, pues uno de los poderes del estado ha reconocido y puesto en el sitial que le corresponde a los ciudadanos, intimando a los respectivos gobiernos a responder con planes concretos y datos técnicos consistentes de las acciones a emprender.

Resulta alarmante que quienes gobiernan desconozcan los principios constitucionales, las leyes y distraigan los recursos del pueblo con total discrecionalidad e impunidad. Cada uno de estos actos, en practica, implica vidas frustradas o truncadas.

Es hora de reflexionar y sería este un buen momento para asumir una clara responsabilidad ambiental, pero sobre todo comenzando con el ejemplo de mirar la viga en nuestro ojo, que tantas almas sobre todo de niños esta dejando marcadas.

Es necesario formar y mantener en la sociedad una cultura referente al ambiente, con acciones congruentes, que no resulten espasmódicas y oportunistas, pues de otra forma jamás se podrá romper con el desinterés existente al respecto. Las leyes existen, solo faltan acciones responsables y sustentables.

 

 

 

                                                            Arq. Atilio D. Alimena

                                                            Defensor Adj del Pueblo 

                                                              de la Ciudad de Buenos Aires